viernes, 20 de agosto de 2010

¿Confesamos que Jesús es el Señor por revelación divina o carnal?

Estimados:

Que Dios los bendiga y nos dé toda sabiduría espiritual para conocer lo que es honrarlo de verdad.

En una ocasión estando en la región de Cesarea de Filipo el Señor Jesús hace una pregunta a sus discípulos. El Señor les pregunta acerca de la opinión de las personas respecto a quién era el.

La respuestas variaron, porque algunos decían que era Juan el Bautista, otros Elías, otros Jeremías y otros decían que era algún otro profeta.

En estas respuestas dadas por los discípulos podemos ver que gran confusión había en medio de los hombres de aquella época y ni hablar de los propios líderes religiosos que decían que Jesús era un falso profeta.

Esto acontece porque ni a todos se les revela quién es el Señor, ni todos reciben de Dios esta revelación divina.

En nuestros días existe la misma confusión en medio de las personas de este mundo sean o no creyentes, profesen o no ser cristianos. En definitiva muchos pronuncian el nombre de Jesús, lo llaman Señor, nombran a Dios, pero todas son palabras sin sentido, sin revelación divina y carentes del amos hacia Dios.

En el ámbito del cristianismo de hoy muchas personas dicen que Cristo es el Señor y Salvador, sin embargo muchos de los que hoy hacen parte de "iglesias" como miembros, obreros, diáconos, Obispos, Pastores, pronuncian el nombre del Señor por mera voluntad humana y carnal, porque han conocido por medio de un hombre que existe un Dios que trae esperanza para sus vidas pero no va más allá de esto.

La Biblia nos revela lo que sucederá con muchas de estas personas que no han recibido de parte de Dios la revelación divina de quién es Jesús.

"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad"(Mateo 7:21-23).

En este pasaje entraron y entrarán todos los que no han recibido la revelación divina para conocer a Dios y entender lo que es honrarlo. En este pasaje están incluídos todos los que se llaman cristianos y han dejado que la confusión de satanás los venciera.

No aprovecha cuanto esfuerzo pueda poner un hombre, una mujer, un anciano o un jóven en querer ser un verdadero hijo que conoce a su Señor y Padre, porque si no le es revelado de parte de Dios no podrá sostener por mucho tiempo la mentira de creer que ha conocido a Dios, vuelven a ser iguales y peores que antes y una de las señales más significativas en el cristianismo de hoy es la impureza de labios, de pensamientos, de gustos, de amistades, de conducta, en otras palabras, sin darse cuenta al no poder sostener más algo que no es genuino la impureza que tenían antes de hacer parte del "Club de Cristianos" vuelve a dominarlos. Por eso hoy de la misma boca que salen palabras para "alabar a Dios", hablan malas palabras al igual que el mundo, no tienen sensibilidad, siempre estuvieron caídos, porque ¿qué ejemplo y luz puedo ser si mi lenguaje es el mismo de impuro que el de aquellos que llamo mundanos e incrédulos? La boca habla de lo que está lleno el corazón. Se rien y comparten toda clase de conversaciones impuras, se rien de los chistes doble sentidos, los jóvenes aman estar rodiados de "amigos" carnales, miren hermanos y diganmé si no es la impureza una de las señales más significativas del falso cristianismo, de los falsos hermanos. La Biblia ya nos advirtió al respecto.

No comprenden que sin santidad no verán a Dios!

¿A qué se debe esta confusión? Se debe a que no se conforman con solo alimentarse de la Biblia que es la Palabra de Dios, sino que viven buscando en muhos lugares errados, por eso tanta confusión en Israel y en nuestros días.

"Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos" (Daniel 9:7-8).

Quizás estas confundido, enredado en trampas en las que has caído, las muchas doctrinas te han desilucionado, los hombres te han engañado, los frutos de tu vida "cristiana" solo han sido malos hasta hoy, entonces es tiempo ahora que lees este mensaje en que reconozcas tu confusión, que busques que Dios te comparta su corazón y su Palabra, entonces nunca más tus palabras serán vacías, sino que cuando digas Señor lo dirás para salvación de tu alma porque se te ha revelado quien es el Cristo, el Hijo de Dios.

Jesús les pregunta a sus discípulos que opinaban ellos de quién era el. Entonces Pedro responde diciendo: Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Inmediatamente el Señor le manifiesta a Pedro algo maravilloso, porque aquellas palabras que salieron de la boca de Pedro hoy se escuchan en la boca de un montón de personas, parecen común y corriente, pero hay una diferencia muy grande.

La diferencia está en que Pedro habló esas palabras porque el Padre que está en los cielos se las reveló, se las enseñó, Pedro no las aprendió por su propia cuenta, ni de hombre alguno, aquellas palabras eran verdaderas, llenas de bendición por la revelación divina, por eso Jesús le dice ¡Bienaventurado eres Simón! en otras palabras, ¡Dichoso eres!.

"El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos"(Mateo 16:15-17).

Hoy, ¿cuantos serán llamados de bienaventurados por tamaña revelación?

Sinceramente me pone muy triste y a veces me indigna oír las palabras "Señor, Dios, Bendiciones, Jesús, Salvador, Iglesia", en la boca de personas que no han recibido la revelación de Dios por no aceptar ningún tipo de corrección y por el orgullo se van hundiendo cada vez más en confusión y abrazan todo tipo de doctrinas erradas y lo peor aún, aceptan sus propias revelaciones carnales creyendo que son de Dios.

Hermanos, no es lo mismo decir Señor porque se nos ha revelado por la voluntad de Dios, que decir Señor meramente porque lo escuchamos y tomamos por algo "bueno".

El árbol se conoce por sus frutos, el árbol que no recibe esta bendición se va secando y sus frutos son podridos, las palabras se las lleva el viento, el mayor testimonio y ejemplo es la propia vida , el testimonio que damos delante de los demás, la luz que somos delante de los hombres del mundo y la fe verdadera que vivimos.

"que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación"(Romanos 10:9-10).

¡Solo una confesión como la de Pedro es la que nos da salvación! Pero la confesión hipócrita solo da muerte espiritual y eterna.

"Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos"(Lucas 13:25-28).

Señor te pido que reveles a tus amados quién es tu Hijo Jesucristo.

Dios los bendiga.

1 comentario:

La biblia.com.mx dijo...

7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? Jn. 14:7-9